jueves, 5 de septiembre de 2019

Recuerdos de una salida histórica

Tal día como hoy de hace diez años, el 5 de septiembre de 2009, la ciudad de Estepa vivía una jornada histórica e inolvidable. Se cumplía el 250 aniversario de la hechura de la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno (1759-2009) por el escultor vallisoletano D. Luis Salvador Carmona.

En los días previos, la hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores celebró dicha efeméride con una serie de actos extraordinarios.

Durante los días 2, 3 y 4 tuvo lugar el Solemne Triduo a Nuestro Padre Jesús Nazareno en acción de gracias en la iglesia de San Sebastián, cuyas homilías fueron oficiadas por el Padre Fray Joaquín Zurera Ribó (Superior de Padres Franciscanos de Estepa), D. Ramón Carmona Morillo (Párroco de Santa María de la Asunción la Mayor y Matriz) y D. Ginés González de la Bandera Romero (Párroco de San Sebastián y Director Espiritual de la Hermandad).

Del 2 al 5 se ofreció una exposición fotográfica en la Casa de Hermandad, organizada por el Grupo Joven.

El día 4 se celebró la Exaltación a Nuestro Padre Jesús Nazareno en su sede canónica, la cual estuvo a cargo del hermano D. Juan Luis Machuca Fernández.

Finalmente, el sábado 5 de septiembre el pueblo se engalanó para la salida extraordinaria del Señor de Estepa. Fue el culmen perfecto a unos días de conmemoraciones. El cielo relucía con un sol que brillaba más que nunca, los balcones presumían hermosos y el sentimiento devocional era el mismo en cada una de las casas estepeñas. Dios iba a visitar cada rincón de su pueblo.

A las 7 de la tarde el paso del Señor se ponía en la calle. El repique de campanas fue incesante hasta que irrumpió una saeta desde un balcón de la plaza. El silencio fue la música que acompañó al Señor en la subida hasta calle Ancha, preludio del rezo musical que comenzó con la marcha “Perdona a Tu Pueblo”, un soniquete que la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús, durante la primera mitad del recorrido, y la de Paz y Caridad en la segunda, se encargarían de poner tras la cruz del nazareno. En el cortejo las mujeres de mantilla y los hermanos de la hermandad acompañaron a su titular con un cirio conmemorativo de dicha efeméride. La noche fue larga y Jesús Nazareno recorrió su Estepa entera de punta a punta, de barrio a barrio, siendo la recogida en las primeras horas de la mañana y estando prácticamente 12 horas en las calles. De entre los momentos más insólitos del recorrido podemos recordar el paso por Gilena, San Marcos y Roya, el rezo ante las Hermanas de la Cruz, la bajada por calle Cruz o el instante ante la imagen de la abuela Santa Ana en su ermita. El itinerario discurrió por el siguiente orden:

Plaza de San Sebastián, José Luis Cabezas, Plaza Vieja, Hornillos, Cuesta, Vera-Cruz, Plaza de los Remedios, Gilena, San Marcos, Roya, Virgen de la Esperanza, Castillejos, Mesones, Padre Alfonso, Antonio Álvarez, Santa Ángela de la Cruz, Cruz, Plaza Poley, Santa Ana, Plaza del Carmen, Mesores, Padre Alfonso, José Luis Cabezas, Plaza de San Sebastián.

La imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno protagonizó aquel día una de las estampas más insólitas que se recuerdan a lo largo de su historia, sin el cirineo con el que habitualmente procesiona cada Viernes Santo y portando una de las joyas de la hermandad, la túnica de terciopelo morado bordada en oro del siglo XVIII. Además, ni siquiera el paso fue alumbrado por los habituales faroles en las esquinas, la única luz era la de su mirada.

Por otro lado, el director de la Agrupación Musical Paz y Caridad en aquellos entonces, D. Antonio Javier Álvarez Cabello, se puso en contacto con el sevillano compositor D. Alejandro Blanco Hernández para solicitarle el arreglo de una marcha muy antigua dedicada al Nazareno de Estepa. Precisamente, el título era “Jesús Nazareno” y fue compuesta por D. Francisco Javier Triano. En aquella ocasión, también le fue dedicada la marcha "Entre lirios", una nueva obra de D. Santiago Fernández García, componente de la misma agrupación.

Hoy, 260 años después, aquella magistral talla esculpida rasgo a rasgo para llenarnos de fe y colmarnos de alegría sigue conmoviéndonos por su figura, ayudándonos a caminar y afrontar nuestras propias batallas, ofreciéndonos sus manos, esas que cada año acumulan nuevas promesas y peticiones, y cargando una cruz en la que tantas veces nos vemos reflejados.

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