Los titulares
de la archicofradía sacramental de Paz y Caridad, el Santo Cristo y la Virgen
de la Esperanza Coronada, regresaron a su capilla el pasado 9 de octubre, una
vez finalizada la intervención que comenzó a primeros del mes de agosto y que
ha conllevado que las imágenes hayan permanecido durante este tiempo en el
altar mayor de la Iglesia de los Remedios.
La hermandad
del Jueves Santo maduró hace un año la idea de reestructurar el aspecto de su
capilla aprovechando la existencia de un antiguo retablo de estilo barroco que
no tenía uso. El origen del mismo se remonta al siglo XVIII, perteneciente a la
desaparecida Iglesia de la Victoria, un templo que cerró al culto en 1938 y en
el que, un año más tarde, el taller de Joaquín Romero Rodas desmontó los retablos
y los trasladó a sus nuevas ubicaciones: Herrera, Badolatosa, Casariche, El
Rubio, La Puebla de Cazalla y Sevilla. Uno de ellos, del cual existen indicios
que pudo ser el que cobijara a la antigua Virgen de la Soledad en dicho Templo,
ya que en la parte superior posee un escudo de la hermandad del Santo Entierro,
fue trasladado a la Iglesia de San Sebastián, aguardando el misterio de la
Sagrada Familia en la capilla del sagrario, hasta que ésta es donada a la
hermandad de la Borriquita. Es entonces cuando dicha obra quedó sin destino, siendo
conservada en una cochera particular hasta nuestros días en propiedad de la
institución eclesiástica. La Junta de Gobierno de la hermandad, a través de la
Parroquia, solicitó a la Archidiócesis de Sevilla la cesión del retablo para
incorporarlo a su capilla mediante un proyecto de intervención del mismo, siendo
aprobado por la misma autoridad eclesiástica.
Junto a la
hermandad, buenos impulsores de este proyecto han sido los hermanos Jesús Manuel
y Miguel Ángel Borrego Llamas. Ambos, con la ayuda de Concha Martínez Avellanosa,
han sido los encargados de llevar a cabo la restauración y adaptación de la
obra a su nueva ubicación, comenzando la primera de estas en el mes de octubre
del pasado año y colocándolo en agosto de este mismo año. El primero de ellos
ha accedido a este medio para darnos a conocer sus impresiones, asegurando que
«la obra estaba en un estado de conservación bastante deteriorado. Había muchas
partes de estuco que se habían saltado y trozos de madera sueltos. Cuando lo
cogimos el oro se caía a pedazos».
En el inicio de
este trabajo, dado que la estructura venía reforzada en su parte trasera de una
restauración anterior, «lo que se ha hecho es incorporar las piezas que estaban
sueltas, reconstruir partes de madera que se habían perdido y, en definitiva,
afianzar la estructura en general. Luego se ha realizado una limpieza y las
lagunas se han reintegrado cromáticamente con oro de acuarela».
En cuanto a la
estructura del conjunto, destaca que «para su adaptación al espacio de la
capilla hemos ampliado el altar de mármol y colocado dos pilastras en los
extremos para que pusiese soportar el peso. Y de otro lado, el hueco de las
imágenes se ha decorado con pinturas al estilo del siglo XVIII, acorde al resto
del retablo. De la disposición anterior de la capilla se han conservado las
imágenes de la Inmaculada y la Asunción que se pueden ver a los lados, así como
la peana de plata con el sagrario. En general hemos respetado lo máximo posible».
Por último,
Jesús Manuel confiesa que «para nosotros, como hermanos de la hermandad, ha
supuesto algo muy importante. Cuando haces algo con tanto cariño no te importa
echarle las horas que hagan falta y más cuando hemos visto el resultado que ha
tenido. Estamos muy contentos y satisfechos».
La cofradía de
Paz y Caridad abrió de nuevo su capilla el pasado día 11 de octubre en la
tradicional misa de hermandad que se celebra todos los jueves del año, en la
que tuvo lugar la bendición de la misma. Sin duda, con esta intervención
continua un proceso de enriquecimiento del patrimonio y estética de nuestro
patrimonio histórico, a la vez que se recupera y pone en valor una pieza de gran
historia en nuestro pueblo.
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